Ecosistemas urbanos. De forma general, son las ciudades. Se les puede llamar también metrópoli o metrópolis, zonas metropolitanas o urbes.
Son ecosistemas donde la comunidad biológica incluye poblaciones humanas densas junto con infraestructura ampliamente desarrollada (calles, casas, edificios, calles, drenajes, etc.) que han desplazado a las comunidades y ecosistemas preexistentes. En los ecosistemas urbanos la composición y estructura del paisaje está regida por decisiones de los seres humanos.
Existen cerca de 630 localidades urbanas distribuidas en todo el país. Para el 2010, SEDESOL, CONAPO e INEGI delimitaron 59 zonas metropolitanas, zonas de interacción de municipios con colindancia geográfica y gran actividad socioeconómica conjunta; las cuales albergaban el 56.8% de la población nacional y que, en conjunto, ocupaban 8.7% del territorio nacional (171,817 km2).
De las 59 zonas metropolitanas (ZM) del país, existen tres importantes por su número de habitantes e impacto ambiental: la ZM del Valle de México (Ciudad de México, Estado de México), la ZM de Guadalajara (Jalisco) y la ZM de Monterrey (Nuevo León). En estas tres zonas metropolitanas, las áreas verdes tienen una gran importancia.
En los ecosistemas urbanos existen áreas naturales protegidas (ANP), las cuales cumplen diversas funciones, entre ellas, la regulación del clima y refugio para las especies propias de las zonas. De forma general, las zonas metropolitanas en el país comparten territorio con cerca de 35 áreas naturales protegidas.
Además de las áreas naturales protegidas federales, en las ciudades puede haber otras zonas importantes para la naturaleza como áreas protegidas estatales, municipales y bosques y parques urbanos.
En la Ciudad de México, por ejemplo, hay 17 áreas naturales protegidas entre las que podemos encontrar varios tipos categorías como Cumbres del Ajusco, Desierto de los Leones, Cerro de la Estrella, Fuentes Brotantes y el parque urbano Bosque de Tlalpan, el Bosque de Chapultepec, el Bosque de San Juan de Aragón, los Viveros de Coyoacán, la Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel, entre otros.
Los ecosistemas se ubican en gran diversidad de climas, pero además transforman su microclima debido a los suelos asfaltados, las edificaciones y la generación directa de calor por actividades industriales, de transporte o el alumbrado. En días calurosos de verano, el aire urbano puede ser de 1 a 6 °C más cálido que las áreas suburbanas y rurales, esto se debe a un fenómeno denominado “isla de calor urbana”.
En las ciudades encontramos como especie dominante a los seres humanos. La fauna puede ser doméstica, como perros, gatos y aves canoras; introducida como rata gris, paloma doméstica y gorrión doméstico; y especies nativas adaptadas al ambiente urbano, como el pinzón mexicano, la tortolita cola larga, la lagartija espinosa del mezquite. Parte de la flora es exótica, introducida con fines de ornamento (Lirio acuático, jacaranda, palmera canaria, laurel de la India) y muchas otras especies de parques urbanos, algunas especies son oportunistas (chichicastle manso) y unas más nativas silvestres (tepozán blanco, colorín, fresno blanco).
Para documentar el estado de la biodiversidad en las ciudades se ha propuesto el Índice de Singapore. Este índice incluye el perfil de la ciudad y 23 indicadores que miden la biodiversidad nativa, los servicios ecosistémicos proporcionados por la biodiversidad y la gobernanza y manejo de la biodiversidad. Entre los principales indicadores están: la proporción de área naturales en la ciudad, la conectividad o redes ecológicas que disminuyen la fragmentación, la diversidad de aves, cambio en número de especies nativas, proporción de especies invasoras, así como indicadores de gobernanza, recreación, políticas, educación, entre otras.
Muchos de los servicios ambientales en los ecosistemas urbanos se han reducido dramáticamente debido al reemplazo y deterioro de los ecosistemas naturales, es por esto que se ha tenido que desarrollar infraestructura para regular el flujo del agua y mitigar los efectos de la escorrentía, tratamiento de aguas residuales, establecimiento de la biodiversidad en espacios urbanos o áreas naturales protegidas dentro de las metrópolis.
El desarrollo cognitivo, la salud pública y la recreación de los habitantes de las ciudades son altamente dependientes de los espacios verdes. Se ha utilizado la estadística de 9 m2 de área verde por habitante, aunque no hay un criterio sólido sobre esta superficie. Sin embargo, es indispensable definir los criterios utilizados para determinar esta superficie ya que previos análisis han utilizado varias definiciones (Taylor y Hochuli 2017). Además, no solo se requiere la superficie disponible sino el acceso. La distribución de las áreas verdes es característicamente irregular y muy limitada en las grandes urbes.
Fotografías: Proyecto sembrando parques. Gobierno de la Ciudad de México, Secretaría de Obras y Servicios Públicos
En los ecosistemas urbanos se llevan a cabo proyectos de restauración de áreas e infraestructuras verdes para ofrecer regeneración social, económica y natural. Algunos proyectos recientes de recuperación en la Ciudad de México son:
La concentración de población humana en las zonas metropolitanas genera fuertes presiones sobre el ambiente, las cuales rebasan los límites del asentamiento y sus alrededores. La pérdida y deterioro de ecosistemas, la introducción de especies, la sobreexplotación de las zonas colindantes, la generación de contaminación (desechos sólidos y emisiones) son problemas inherentes a los ecosistemas urbanos.
En los ecosistemas urbanos mexicanos están vigentes diversas legislaciones relacionadas al ambiente como: Ley General del Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente, Ley de Aguas Nacionales, Ley General de Vida Silvestre, Ley General para la Prevención y Gestión Integral de Residuos, Ley de Promoción y Desarrollo de los Bioenergéticos, Ley Federal de Responsabilidad Ambiental y la Ley General de Cambio Climático, cada una con sus reglamentos.