El Corredor Biológico Mesoamericano México (CBMM) fue un proyecto realizado entre 2002 y 2018 en los estados de Campeche, Chiapas, Quintana Roo y Yucatán con financiamiento del Fondo Mundial para el Medio Ambiente (GEF), con el Banco Mundial como agencia implementadora. El proyecto generó alternativas para frenar la acelerada pérdida de biodiversidad en el sureste mexicano. Su premisa principal fue que, a través del uso sustentable de los riqueza natural, la reducción de la pobreza y el fortalecimiento económico de las poblaciones rurales, se puede conservar la riqueza biológica del país.
Al término del financiamiento de su primera fase en 2009, fue acogido por la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), con el fin de ser impulsado como una herramienta de conservación en el territorio mexicano, ampliado además a los territorios de Oaxaca y Tabasco. Se orientó a contribuir a la preservación de la biodiversidad e impulsar un mejor conocimiento y uso sustentable de la riqueza natural por las poblaciones rurales que habitan en zonas de alta importancia por su diversidad biológica.
A lo largo de 16 años, el CBMM trabajó con más de un millar de comunidades rurales en los estados anteriormente mencionados; en ellos, se fomentó un desarrollo rural sostenible orientado hacia la conservación del patrimonio natural y el bienestar de las poblaciones locales. Esta labor fue realizada a través de acuerdos productivos, capacitación técnica, equipamiento y el establecimiento de eslabones para impulsar cadenas de valor. Los ejes estratégicos bajo los cuales se trabajó, fueron:
Durante el 2018, se desarrolló la última etapa del proyecto: una fase de evaluación de las experiencias de trabajo con el objetivo de concretar información valiosa, elaborar referentes de política pública mediante diversos instrumentos, y fomentar el intercambio de conocimientos.
El objetivo principal del CBMM, fue fortalecer las capacidades locales en el uso sustentable de la riqueza natural y promover la conservación de la misma para que las futuras generaciones puedan aprovecharla. Además, servir como instrumento para que los recursos del gobierno (públicos) apoyaran a las comunidades y a la conservación de la biodiversidad.
El CBMM operó en 9 corredores ubicados en los estados de Yucatán, Quintana Roo, Campeche, Chiapas, Tabasco y Oaxaca. Los corredores seleccionados fueron:
La operación del CBMM giró en torno a tres componentes:
A. Diseño y monitoreo de corredores biológicos:
Fue orientado hacia la definición de prioridades de conservación y uso sustentable de la biodiversidad para el diseño e implementación de conectores biológicos. A través de este componente se financiaron procesos de planeación comunitaria participativa. Se involucró a la población y los pequeños productores en la planeación local y se generó conciencia acerca de los beneficios ambientales y económicos de los corredores biológicos.
Asimismo, se impulsó el establecimiento y operación de un sistema de monitoreo y evaluación para rastrear el desempeño de los proyectos a través de indicadores biológicos, socioeconómicos e institucionales.
Ordenamiento del territorio
Los planes de ordenamiento ecológico y desarrollo sustentable buscan un equilibrio entre el desarrollo económico, la calidad de vida y el menor impacto ambiental posible, teniendo como propósito establecer los usos de la riqueza natural, destinos, espacios para las actividades y reservas para la conservación. Buscan reducir progresivamente las deficiencias actuales y atender oportunamente las necesidades futuras.
Los planes de ordenamiento han sido fundamentales para luchar contra la pobreza, mejorar la calidad de vida de las familias, mantener el equilibrio ecológico y fomentar la conservación y la restauración ecológica.
Evaluación y monitoreo
Desde las bases de información requeridas para la definición de los polígonos de los corredores hasta el seguimiento de la gestión institucional, las funciones de monitoreo fueron parte esencial de la estrategia del CBMM. Algunas de las líneas de trabajo con relación a este componente fueron la aplicación de conocimientos existentes sobre el estado de la biodiversidad, el desarrollo de nuevas líneas de investigación, la creación o adaptación de metodologías y herramientas de observación y seguimiento, el establecimiento de redes para el intercambio de información y el desarrollo de capacidades.
Aplicaciones cartográficas
Uno de los aspectos clave para evaluar los alcances de la estrategia de corredores fue la generación o adaptación de productos y herramientas que permitieran conocer el estado y la evolución del estado de la vegetación en las zonas con alto valor para la conservación de la biodiversidad. De esta manera, se desarrollaron y aplicaron sistemas de información geográfica para determinar los cambios entre las distintas clases de vegetación y uso de suelo por corredor, e identificar las áreas prioritarias de atención.
A partir de la integración de distintas fuentes de datos, entre las que destacan aplicaciones cartográficas para la detección de puntos de calor, se alcanzaron resultados significativos, como el libro Aplicaciones de Geomática en el CBMM:
Aplicaciones de geomática para el Corredor Biológico Mesoamericano México
Monitoreo biológico
La pérdida de conectividad entre los remanentes de vegetación nativa es una de las mayores amenazas que enfrenta la fauna silvestre en nuestros días. Los rastros y las capturas fotográficas combinados con el monitoreo participativo (aplicación de encuestas y el uso del cyberpapel), revela lo esencial sobre la presencia y la cantidad de individuos de fauna silvestre en las áreas estudiadas.
El involucramiento de las comunidades en la aplicación de estas herramientas se convirtió en un importante medio de sensibilización. El monitoreo de ciertas especies, además de ser de interés para la conservación, constituyó un indicador de salud del ecosistema. La presencia o ausencia de mamíferos grandes y medianos, de manera particular, puso en evidencia el papel de los corredores en el mantenimiento de la biodiversidad.
En este sentido se realizaron dos estudios en Chiapas, en la región Pico de Loro y en Marqués de Comillas con los siguientes resultados:
• Región Pico de Loro, corredor Sierra Madre del Sur:
Estudio realizado en 2006 en el cual se observó la presencia de puma y jaguar y se confirmó la hipótesis del gran movimiento que tienen estas especies, quienes cruzan a veces por lugares fragmentados, por lo cual el papel de los corredores para su conservación se vuelve muy importante. Asimismo, se registró la presencia de tigrillo, ocelote, pecarí, tejón, venado y cabrito lo que indicó una buena calidad del ambiente en esa región.
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Implementación de un sistema de monitoreo de los mamíferos en Chiapas
• Marqués de Comillas, región Selva Lacandona:
Esta segunda evaluación, también realizada en 2006, se enfocó en un muestreo espacial basado en rastros y capturas fotográficas de fauna silvestre, lo cual permitió confirmar que la presencia en los corredores de cinco especies emblemáticas: jaguar, puma, ocelote, tapir y mono araña.
En el estudio se identificaron los patrones de movimiento de estos mamíferos, sus hábitos de poblamiento y sus necesidades. El ocelote, por ejemplo, es un felino pequeño y más hogareño en comparación con el jaguar y el puma; sin embargo, las tres especies necesitan de los corredores para tener conectividad genética entre sus subpoblaciones, para la dispersión de individuos y para su persistencia regional.
Por otra parte, se registró que los movimientos del mono araña se realizan a través de los corredores biológicos e incluso en la carretera ribereña; estos datos sugieren que la especie necesita de los corredores remanentes para mantener su nivel de población. También se observó la presencia del tigrillo y grisón. La persistencia de estas dos especies permite aseverar que la comunidad de mamíferos mayores en esta región mantiene un buen nivel de conservación.
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Evaluación de especies clave de mastofauna mayor como indicadores de la salud del ecosistema en Marqués de Comillas
B. Integración de los corredores biológicos en las políticas públicas:
Este componente promovió la eliminación de barreras institucionales que evitaban que los programas de desarrollo rural adoptaran medidas para el manejo sustentable de la riqueza natural. Las actividades se encaminaron hacia el análisis de los impactos de estos programas en la biodiversidad, diseñar estrategias de corredores biológicos acordes a las necesidades locales, fortalecer capacidades institucionales, y proporcionar asistencia técnica y capacitación a la población local.
Sobresalieron en este rubro convenios interinstitucionales que permitieron integrar criterios de sustentabilidad en diversos programas orientados a la productividad. Tal fue el caso del Programa de Desarrollo Rural Sustentable en Corredores Biológicos, que sumó el apoyo y financiamiento de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA, hoy SADER), y de los convenios con la Comisión Nacional Forestal, con su programa de pago por servicios ambientales, entre otras.
C. Uso sustentable de la riqueza natural:
Mediante consultorías y “subproyectos” (proyectos con financiamiento directo) se promovió el uso sustentable de la biodiversidad en los corredores biológicos, desde un enfoque integral. Las actividades fueron encaminadas a mantener los ecosistemas nativos, restaurar los ecosistemas degradados, e impulsar el uso sustentable de la riqueza natural en los paisajes productivos, por ejemplo, productos maderables y no maderables, productos orgánicos, certificaciones, etcétera.
Asimismo, el CBMM trabajó directamente con los pobladores de comunidades asentadas en los corredores biológicos, quienes organizados en pequeños grupos de trabajo promovieron y realizaron proyectos productivos comunitarios (subproyectos) encaminados a proteger la riqueza natural. La lógica de esta estrategia estuvo encaminada a promover actividades productivas en las cuales las riqueza natural fuera utilizada de manera sustentable, generaran ingresos y contribuyeran a la conservación de la biodiversidad.
Los temas apoyados fueron: acuacultura, agrobiodiversidad, apicultura, cafeticultura, ecoturismo, forestería y agroforestería, manejo de biodiversidad y vida silvestre, mantenimiento y restauración de ecosistemas, producción artesanal y saneamiento ambiental.
1989 |
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La CCAD es un órgano dentro del Sistema de la Integración Centroamericana (SICA). Su misión principal es desarrollar un régimen de cooperación regional en el que la integración del medio ambiente contribuya a mejorar la calidad de vida de la población y al desarrollo sustentable de la región. Está conformada por: Belice, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panamá y República Dominicana. ¿Quieres saber más? |
1995 |
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1996 |
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La declaración compromete la promoción del establecimiento del Corredor Biológico Mesoamericano, desde el sur de la cordillera neovolcánica de México hasta Panamá. |
1997 |
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1998 |
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2000 |
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Inicia el Proyecto CBM. En su primera etapa participan Belice, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panamá y México. |
2001-2002 |
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2002 |
En el 2002 inicia la operación del Proyecto CBMM; el Banco Mundial funge como su instancia implementadora a nivel internacional y la Conabio como su instancia ejecutora. El CBMM inicia con las siguientes características: 4 Estados: Chiapas, Campeche, Quintana Roo y Yucatán |
2007 |
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2008 |
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2009 |
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Principales resultados:
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2010 |
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2011 |
Programa Especial para la Conservación, Restauración y Aprovechamiento Sustentable de la Selva Lacandona (PESL) ¿Quieres saber más?
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2012 |
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La CGCRB realizó un ejercicio cartográfico en el cual se redefinen los límites de los corredores y su operación. Se comienza a trabajar en la Sierrita de Ticul (zona Puuc) en Yucatán. |
2013 |
Se suman al CBM Colombia y República Dominicana ¿Quieres saber más?
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2014 |
Geoportal 'Distribución de proyectos en los Corredores Biológicos' |
2016 |
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2017 - 2018 |
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2018 |
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