La enorme riqueza biológica que México conlleva una gran responsabilidad en su cuidado. Empatar la conservación y aprovechamiento sustentable de esta megadiversidad con las necesidades nacionales de desarrollo social y económico implica un gran reto. Una política inteligente para el manejo sustentable de recursos naturales solo puede generarse con base en la disponibilidad de información puntual, confiable y actualizada. Esta información obtenida de manera sistemática a lo largo de todo el territorio mexicano no ha sido generada hasta ahora. La generación y actualización de esta información demanda la existencia de un sistema que determine el estado de su diversidad biológica y sus tendencias de cambio de manera extensiva a lo largo y ancho del territorio nacional.
Demostrando el compromiso de México en este tema, el gobierno federal a través de la Conabio en conjunto con la Comisión Nacional Forestal (Conafor) y la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) han coordinado un esfuerzo sin precedentes para generar y mejorar no solo la cantidad de información relativa a la biodiversidad, sino también la puntualidad y la diseminación a la ciudanía creando el Sistema Nacional de Monitoreo de la Biodiversidad (SNMB). Este sistema resulta hasta hoy el más ambicioso y extenso del mundo, permitiendo generar estadísticas anuales necesarias para la gestión sustentable, en términos de recursos biológicos y provisión de servicios ecosistémicos del país, además de y constituir la base para la formación de científicos mexicanos en técnicas y tecnologías de punta para el manejo sustentable del planeta.
Bajo el marco de esta cooperación cada una de las agencias confirma su compromiso mediante acciones y financiamiento puntuales. La Conafor contribuye con los datos del inventario nacional forestal y de suelo, mientras que la Conanp con el apoyo de sus socios en el territorio, contribuye a través del levantamiento de datos en Áreas Naturales Protegidas (ANP). Los datos enviados por la Conafor y la Conanp son entregados a la Conabio con el fin de que sean almacenados, sistematizados y procesados junto con investigadores y expertos nacionales e internacionales. Otro de los actores relevantes en el SNMB es el Proyecto GEF Fortalecimiento de la efectividad del manejo y la resiliencia de las ANP para proteger la biodiversidad amenazada por el cambio climático (Proyecto GEF Resiliencia) ejecutado por la Conanp y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) como agencia implementadora – que contribuye no sólo al fortalecimiento de los equipos que levantan datos en las ANP, si no que también apoya a la Conabio para el fortalecimiento del sistema y la preparación de reportes anuales nacionales e internacionales que permitan dar a conocer a la ciudadanía sobre el estado y los cambios de la riqueza natural de México.
El 2015 marca el primer año de funcionamiento operacional para monitorear in situ el estado de salud de los ecosistemas de México. Entre otras cosas, este monitoreo permitirá estimar la condición en la que se encuentran los ecosistemas de México a través de la estimación del grado de conservación (“salud” si se prefiere) en el que se encuentran a través del indicador de integridad ecosistémica, concebido por especialistas de Conabio y del Inecol/CONACyT, con apoyo del proyecto ROBIN que financió la Unión Europea a través de su 7° Programa Marco.Para generar un sistema costo eficiente se utiliza tecnología de punta que incluye el monitoreo remoto mediante el uso de trampas cámara y grabadoras para el monitoreo bioacústico. Además el sistema cuenta con protocolos de levantamiento de datos de vegetación, impactos ambientales, plagas, especies invasoras, registros extra entre otros que puedan ser utilizados en distintos ecosistemas, produciendo información estandarizada y repetible que puede ser escalable para evaluar tendencias locales, regionales y nacionales de la biodiversidad.
El conjunto de datos obtenidos permiten hacer una evaluación del estado de los ecosistemas así como los cambios que ocurren en estos por causas ya sean naturales o antropogénicas.
La información obtenida anualmente en más de 1,800 sitios a través del territorio mexicano (Fig. 1), es accesible a través de la página monitoreo.conabio.gob.mx puesta a disposición entre los socios, investigadores y ciudadanía. Además servirá como insumo esencial para dirigir las políticas de Conafor y Conanp de apoyos a los usuarios o dueños de la tierra de una manera más eficiente al considerar una evaluación del impacto sobre la salud del ecosistema que estos programas tienen.
México, como en muchos otros países en el mundo, hay creciente interés en avanzar decididamente por rutas de sostenibilidad. La capacidad de estimar la condición de los ecosistemas es clave, pues prácticamente toda acción humana implica su modificación. Por tal motivo, existe urgente necesidad por desarrollar nuevos enfoques analíticos que auxilien a equilibrar las múltiples y frecuentemente contradictorias metas públicas de desarrollo, al mismo tiempo que se mantiene la biodiversidad y la integridad ecosistémica. Ante la creciente presión de las actividades humanas sobre los ecosistemas, es necesario evaluar su salud o la condición en la que se encuentran (en contraste con el desarrollo que tendrían en condiciones silvestres, es decir, sin ninguna intervención), como una opción para propiciar una gestión más prudente de su uso o alteración y la conservación de la biodiversidad. En los tiempos actuales, de enormes capacidades tecnológicas que van a la par de la creciente preocupación por el cambio ambiental generalizado, es posible diseñar sistemas tecnológicos constituidos por subsistemas capaces de manejar y analizar enormes cantidades de datos ambientales de diversa naturaleza para coadyuvar a conducir el mundo hacia la sustentabilidad con apoyo en evidencia científica.
Operativamente, para instrumentar programas gubernamentales como es el caso de los inventarios estandarizados se optó por orientar los esfuerzos a la estimación de la integridad de los ecosistemas en lugar de documentar la biodiversidad en un sentido amplio.
La razón de esto es su complejidad. Actualmente el concepto de biodiversidad ya es apreciado por la sociedad como un atributo importante de la naturaleza (aunque a veces sólo se le interprete como aplicable para identificar aves o mamíferos que se deben proteger) y es cierto también que ha aglutinado componentes muy relevantes de la agenda ambiental global. Sin embrago, el hecho de que sea tan general e incluyente en términos de niveles de complejidad, escalas y manifestaciones lo hace en la práctica excesivamente difuso y prácticamente imposible de medir o cuantificar de manera precisa.
Para enfrentar esta problemática se desarrolló una estrategia que se basa en el marco conceptual de integridad ecosistémica. Este enfoque hace posible estimar en forma práctica la correspondencia entre atributos de la biodiversidad y su organización en ecosistemas funcionales, lo que a su vez permite diseñar una estrategia sistemática y rigurosa, aunque también compleja, para adquirir los datos y realizar los cómputos requeridos.
El enfoque que se ha seguido en el SNMB reconoce que la condición de integridad en la que se encuentra un ecosistema no es fácilmente medible de manera directa, pero subyace como determinante de lo que ocurre en él (capa latente en la Fig. siguiente). La idea de esto es similar a la que siguen los médicos cuando infieren el estado de salud de los pacientes a partir de una serie de síntomas y datos clínicos, quizás por ello resulta atractivo para algunos autores pensar en la integridad ecosistémica como equivalente a un tipo de “salud ecológica”. Claramente existen condicionantes subyacentes adicionales, las características físico-químicas sobre las que se desarrolla el ecosistema así como los patrones geográficos de distribución de los linajes biológicos que los hacen disponibles en un lugar dado para el ensamblaje de las comunidades bióticas (capa contextual). Estas determinantes influyen para producir patrones concretos y particulares de asociación entre los atributos estructurales y funcionales de los ecosistemas descritos anteriormente (capa instrumental). Este conjunto articulado de elementos subyacentes y medibles son los que definen la integridad ecosistémica y el enfoque que aquí se propone hace posible evaluar la situación concreta de un ecosistema, atendiendo a los patrones específicos de dependencia entre sus elementos. En este sentido, el novedoso y ambicioso esfuerzo que significa el SNMB, está desplegando en el campo sensores automatizados como “trampas-cámara” que permiten registrar la presencia de vertebrados y unidades autónomas de grabación que “escuchan” señales audibles de pájaros, anfibios e insectos principalmente, así como ultrasónicas (murciélagos). Además, se han añadido observaciones visuales sobre la presencia de especies invasoras y huellas de animales. Esta información adquirida sobre el terreno es complementada con un vasto acervo de imágenes satelitales. Variables que en su oportunidad se añadirán a los modelos que se usan para estimar la integridad ecosistémica.
El concepto de integridad ecosistémica aquí propuesto, es una manera de medir diversos aspectos relacionados con la biodiversidad con un potencial articulador semejante al que los conceptos de “carbono equivalente” y “efecto invernadero” han provisto para dirigir los esfuerzos y acciones en la agenda del cambio climático. Tiene el potencial de coadyuvar al desarrollo de un marco conceptual alternativo para valorar la coherencia entre las políticas que fomentan el desarrollo socio-económico al tiempo que se procura la preservación de las existencias fundamentales de capital natural de la nación. Hay creciente evidencia que sugiere que la condición de los ecosistemas, es decir su grado de integridad, se relaciona directamente con la capacidad que tienen para producir los materiales y ofrecer los servicios que disfrutan las sociedades humanas. Esto se suma a las razones que originan al SNMB y nos llevan a monitorear estos atributos regularmente. Por tanto, el concepto de integridad ecosistémica puede apreciarse además como un concepto aglutinador, especialmente si lo consideramos en un marco que incorpora los términos "servicios ecosistémicos" y "coherencia en políticas de desarrollo".
Esta aproximación desagrega el concepto de biodiversidad en tres componentes generales que son otra vez compuestos por atributos medibles y observables en el campo, en términos genéricos: función (aspecto de relevancia por la provisión de servicios que producen los ecosistemas y que aprecia la sociedad), estructura (existen en México excelentes datos de este tipo obtenidos con el INFyS, las series de vegetación de INEGI y el nuevo programa MAD-Mex) y presencia de entidades biológicas observables en el campo (muchos esfuerzos de conservación están orientados a especies o grupos particulares, por ejemplo las especies focalmente protegidas por la NOM-059-SEMARNAT). Esos tres componentes definen tipos de datos útiles para estimar en forma sintética la integridad ecosistémica. La información disponible del INFyS, imágenes de satélite y ahora del SNMB es alimentada a modelos matemáticos complejos que producen el índice de integridad ecosistémica. La estimación de integridad ecosistémica que se está obteniendo actualmente, es capaz de identificar cambios en la condición de los ecosistemas desde un nivel local (actualmente 1 km2) hasta el nacional y es posible seguir su evolución en el tiempo, de acuerdo con la disponibilidad de datos nuevos (iniciando con el año 2004 que es el que se ilustra).
El enfoque es capaz de asimilar datos de muchas fuentes (como los sensores sonoros y visuales que se están desplegando ahora), lo que se hará conforme tales datos estén disponibles como productos generalizados adecuados para, en su oportunidad, caracterizar de manera aún más completa, la integridad ecosistémica de los diferentes biomas del territorio nacional. Dado que el potencial de datos disponibles actualmente es tan amplio, diverso y abundante, se requiere incentivar un amplio y verdadero esfuerzo multidisciplinario para desarrollar más ampliamente los estimadores de la integridad ecosistémica.
En un plazo de mediano a largo se busca incorporar también la capacidad de vincular la estimación de la condición de los ecosistemas con su capacidad diferencial de ofrecer los servicios ecosistémicos de los que la sociedad depende. La complejidad de los ecosistemas implica la capacidad para proveer una amplia variedad de bienes y beneficios simultáneamente. Lo hacen simplemente como resultado de mantenerse en funcionamiento y estructuralmente completos. Por lo tanto, las políticas de desarrollo se pueden beneficiar grandemente al realizar el esfuerzo necesario para medir con precisión, manejar cuidadosamente y conservar lo mejor posible, la integridad ecosistémica. Esto nos ayudará a reconocer a la naturaleza y al valor de los ecosistemas y paisajes multifuncionales como elementos necesarios para construir territorios sostenibles.
La elección de los sitios en los que se pone en práctica el SNMB se basa en una “retícula nacional” que define el marco muestral de referencia. Como en cualquier diseño de muestreo formal, el marco muestral fue meticulosamente diseñado. Se identificaron una serie de criterios ecológicos y estadísticos relevantes para garantizar una representatividad adecuada de la gama completa de ecosistemas que existen en México, aunque la definición misma de ecosistema es un tema complejo y actualmente no resuelto como para producir entidades cartográficamente delimitables. La malla resultante fue elaborada específicamente con el propósito de extender el alcance del INFyS, como un criterio de eficiencia de costos, pero también con miras a propiciar esfuerzos colaborativos con otras instituciones.
La cobertura actual del esfuerzo de muestreo asociado con el SNMB y su evolución en el tiempo se ilustra en esta animación. El SNMB se concibe como un esfuerzo cooperativo, de modo que está abierto a las organizaciones e individuos interesados en sumarse al esfuerzo a establecer contacto con la Conabio para explorar formas de incorporación a la generación de los datos que todos necesitamos para el mejor conocimiento y uso de la biodiversidad de México.