Como muchos otros países del mundo, sobre todo los países megadiversos, México enfrenta el problema de la protección de sus recursos naturales por un lado y el uso y aprovechamiento de los mismos en forma sustentable por otro. Los manglares no son una excepción. Para enfrentar este reto, en el transcurso de las últimas décadas, México ha desarrollado e implementado una multitud de políticas públicas, reflejadas en instrumentos y marcos regulatorios nacionales, al igual que firmas de convenios y protocolos internacionales.
Sin embargo, a pesar del reconocimiento de la importancia de este ecosistema a través de las políticas públicas ambientales en las últimas décadas, el problema de la deforestación y degradación del ecosistema al nivel regional persiste. Las causas son multifactoriales y no se puede determinar solamente un origen para esos procesos. Sin embargo, el principal problema consiste en que la regulación de los recursos naturales está dirigida a preservar a las especies o ecosistemas, pero no a regular el uso de suelo donde se encuentran las mismas.