Desde el inicio de la agricultura hace unos 10,000 años se calcula que se han utilizado como alimentos cerca de 50,000 especies de plantas y varias miles de animales. Desafortunadamente esta gran diversidad ha disminuido durante los últimos 50 años, ocasionando que muchas variedades locales desaparecieran. Actualmente el 90% de los requerimientos calóricos y de proteínas de la dieta humana se cubren con sólo 15 tipos de cultivos de vegetales/plantas y ocho especies de animales domésticos, y la mitad de la ingesta de energía de origen vegetal proviene de tan sólo tres especies: trigo, arroz y maíz (Gepts 2006). Esto no sólo ocurre en las plantas para alimentación sino en general para plantas, animales, hongos y microorganismos que se usan en el mundo.
Entre los principales factores que han propiciado esta pérdida de diversidad biológica y cultural se encuentran la intensificación de la agricultura, la agroindustria, los cambios en los patrones de alimentación y consumo (simplificación de la dieta), y la pérdida del uso de biodiversidad, tales como especies empleadas medicinalmente, para la construcción o para el arte. También afectan la degradación de los suelos, el cambio climático, la inequidad socio-económica, los conflictos por los recursos y territorios, así como la migración y el envejecimiento de la población que sabe cómo utilizar esta biodiversidad.
Conservar la diversidad biológica y cultural es indispensable para asegurar la seguridad y soberanía alimentaria del país, así como su diversidad de materiales, sustancias de origen natural y el conocimiento asociado a su uso. Dado que la conservación de parte de la diversidad biológica y cultural, como la agrobiodiversidad, está estrechamente relacionada con la producción, entonces ésta también depende del consumo. Esto incluye tanto el autoconsumo como la compra-venta desde un nivel local hasta regional o nacional. Por eso, si quieres ayudar a la conservación de esta diversidad ¡consume productos de raíces mexicanas!
La forma más importante de conservar la agrobiodiversidad es hacer que el proceso de la domesticación continúe ocurriendo. Es decir, que los y las productoras, que son quienes generan la agrobiodiversidad, sigan utilizando sus propias semillas conforme a sus condiciones ambientales y preferencias culturales locales, y a una gran escala. Es decir, se requiere que millones de personas en muchísimos lugares distintos mantengan sus cultivos. Esto permite que las plantas domesticadas se adapten a diferentes condiciones ambientales y que las personas seleccionen diferentes características que les gustan. En conjunto, esto mantiene y genera la diversidad genética, por lo que se considera que la agricultura campesina genera “servicios evolutivos” (Bellon, et al. 2018). Es decir, al realizar agricultura utilizando sus propias semillas, los y las campesinas producen bienes públicos que no se generarían si la agricultura se hiciera utilizando solamente semillas comerciales. Esto se debe a que cuando las semillas se compran cada ciclo (como sucede con las semillas comerciales), se “detiene” la evolución del cultivo en las parcelas, porque las semillas de las plantas que resultaron mejor adaptadas no son utilizadas en la siguiente generación (Bellon, et al. 2018 a,b).
El hecho de que los y las campesinas mantengan la diversidad de sus cultivos a través de sembrar año con año sus propias semillas se conoce como conservación in situ, porque la conservación de la diversidad ocurre en los sitios donde se siembran los cultivos (o recolectan otras plantas). La conservación ex situ por el contrario implica que la diversidad de conserve “fuera” de las parcelas, por ejemplo en bancos de germoplasma. Esto es útil para preservar una “fotografía” de una muestra de la diversidad en un tiempo dado, y para recuperar las semillas en caso de pérdida por algún desastre, pero no conserva el proceso evolutivo que genera la diversidad.
Una de las principales razones por las que la conservación in situ ocurre actualmente, es porque quienes utilizan sus propias semillas consumen parte o toda su producción. Sus razones para hacerlo son culturales, por ejemplo porque prefieren el sabor o el color de sus variedades locales por encima de las características de las semillas comerciales. Sin embargo también pueden ser económicas, por ejemplo para no gastar en comprar semillas o en el paquete de productos agroquímicos asociado a semillas comerciales. Así como ambientales, por ejemplo que sus variedades locales superan a las comerciales en las condiciones de sus parcelas. Si la producción para el consumo pierde su importancia y la escala social se reduce dramáticamente, dejándose la conservación in situ de la agrobiodiversidad en manos de pocos individuos y no de comunidades, ésta derivará en ejemplares simbólicos que realmente no conservarán la diversidad genética de los cultivos (Perales, 2017 & Astier, 2019).
Se han descrito un conjunto grande de acciones posibles para apoyar la conservación in situ de la agrobiodiversidad. Podemos dividirlas en aquellas que aumentan el valor privado de los agricultores y sus hogares (los beneficios y razones por las que alguien siembra determinadas variedades) y las que aumentan la valoración social de la agrobiodiversidad. Las acciones pueden pretender mejorar la disponibilidad de semillas, como en los bancos comunitarios de semillas, o mejorar la información disponible sobre las variedades, su mejoramiento genético o mejorar su procesamiento y mercados, o inclusive pueden ser prácticas que promueven la sustentabilidad de la producción. Algunas de las prácticas no incrementan el valor privado económico o material de la agrobiodiversidad en términos monetarios o nutrimentales, más bien buscan fortalecer el valor no material como aspecto también necesario de la valoración de la agrobiodiversidad (Perales 2017 & Astier, 2019).
CONABIO. 2020. ¿Cómo se conserva la diversidad biológica y cultural? https://www.biodiversidad.gob.mx/diversidad/como-se-conserva. Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad, Cd. de México. México.
Contenido: Alicia Mastretta-Yanes y Francisca Acevedo