La agricultura se inició hace aproximadamente 10,000 años en al menos nueve lugares de manera independiente: la Media Luna Fértil, China, México, los Andes, la Amazonía, el este de los Estados Unidos, las tierras altas de Nueva Guinea y algunas pocas áreas más (Harlan, 1971). A estos sitios se les conoce como centros de origen de la agricultura.
Para que la agricultura fuera posible, fue necesario domesticar especies comestibles, o generar variedades de las especies ya domesticadas que pudieran adaptarse a las nuevas condiciones a las que fueron llevadas a la par que los grupos humanos migraban.
Así, en lugares como México se domesticaron o diversificaron más de 130 especies de plantas comestibles. Por su importancia a nivel global destacan el maíz, el frijol, la calabaza, el tomate de cáscara, el jitomate, el aguacate, el camote, el cacao, la vainilla y el amaranto.
El que tantas especies hayan sido domesticadas en nuestro país no es azaroso, pues es resultado de la coincidencia geográfica de un territorio con mucha riqueza biológica y cultural. Es decir, tenemos tantos cultivos diferentes porque los pueblos originarios de Mesoamérica eran culturalmente diversos y tenían a su alrededor una rica diversidad de especies silvestres, a partir de la cual domesticaron muchos cultivos. De forma similar, algunos cultivos fueron originalmente domesticados en un sitio, pero se diversificaron en muchas variedades al ser llevados a otro lugar.
Esto destaca que no todas las regiones del mundo son iguales, sino que algunas fueron particularmente importantes para la domesticación y diversificación de especies agrícolas. A estos sitios se les reconoce como centros o zonas de origen, diversidad y domesticación, según su tipo:
El momento y lugar en que ocurrió el proceso de domesticación de una especie particular, y por tanto su origen, han sido difíciles de precisar con exactitud. Aunque mediante el acopio y estudio de diferentes tipos de evidencias, como la distribución actual y pasada de sus parientes silvestres, restos arqueológicos, arqueobotánicos, usos y conocimientos pasados y actuales de una especie de planta o animal, entre otros, se han ido encontrando respuestas a la preguntas sobre su origen.
Probablemente Alejandro Von Humboldt (1769-1859) fue el primer autor que se refirió al origen de las plantas cultivadas en su obra Ensayo sobre la Geografía de las Plantas (1807). Sin embargo, el primer estudio que aborda esta temática mediante la revisión de las evidencias botánicas, arqueobotánicas, paleontológicas y filológicas disponibles, fue el libro Origen de las Plantas Cultivadas (1882) de Alfonso De Candolle (1806-1893). Uno de los principales aportes de este autor fue notar que donde una especie fue abundante no necesariamente es su centro de origen. Asimismo, fue el primero en indicar, si bien con poca precisión, algunas regiones donde tuvo lugar la domesticación de algunos cultivos (Zeven y de Wet 1982).
Sin duda, para entender el origen de la mayor parte de las principales especies cultivadas, la referencia fundamental es el trabajo sistemático, extenso, intenso y posiblemente único ― por lo menos por el momento en que se efectuó y la cantidad de material que reunió ― encabezado, dirigido y efectuado en gran parte por el brillante agrónomo y genetista ruso Nikolai I Vavilov (1887-1943), entre las décadas de 1920 a 1940.
Durante las expediciones rusas llevadas a cabo se recabó una gran cantidad de información sobre la variación de las diferentes especies cultivadas para las necesidades de germoplasma de la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
Además, se hicieron los principales aportes teóricos sustentados con un mayor cúmulo de evidencias, principalmente botánicas, de los centros de origen, centros de variación y áreas de diversidad de las especies cultivadas, situación que poco se ha atendido en exploraciones o colectas que posteriormente se han efectuado por otros países.
Vavilov creía que los centros de origen de la mayoría de las plantas cultivadas actuales están en las áreas o regiones botánicas donde actualmente se continúa con la generación de nuevas variedades. Estas regiones generalmente incluyen un importante número de formas y características endémicas, asimismo concentran los parientes silvestres de los cultivos. Estas regiones ricas en especies vegetales, incluyendo grandes cantidades de especies comestibles, fueron habitadas por poblaciones humanas desde tiempos remotos que acumularon conocimientos sobre tal diversidad y efectuaron diferentes procesos de manejo generando la variación que actualmente se conoce.
Vavilov propuso ocho centros de origen de plantas cultivadas en el mundo: 1. China, 2. India, 2a. Región Indo-Malaya, 3. Asia Central, incluyendo Pakistán, Punjab, Kashmir, Afganistán y Turkestán, 4. Cercano Oriente, 5. Mediterráneo, 6. Etiopia, 7. Sur de México y Centroamérica, 8. Sudamérica (8. Ecuador, Perú, Bolivia; 8a. Chiloe; 8b. Brasil-Paraguay).
Centros de origen de plantas cultivadas de acuerdo con Vavilov (1935)
(Fuente: Harlan 1971).
Hoy, México se reconoce como el centro de origen o de domesticación de diversidad genética de 200 especies de plantas comestibles entre las que se encuentran el maíz (Zea mays), el chile (Capsicum spp.), el frijol (Phaseolus spp.), la calabaza (Cucurbita spp.), el amaranto (Amaranthus spp.), el tomate verde o miltomate (Physalis philadelphica), la vainilla (Vanilla spp.), el maguey (Agave spp.) y nopal (Opuntia spp.).
CONABIO. 2020. Centros de plantas cultivadas https://www.biodiversidad.gob.mx/diversidad/evolucion-bajo-domesticacion/centrosPlantas. Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad, Cd. de México. México.
Contenido: Cecilio Mota Cruz, Caroline Burgeff, Carlos Galindo Leal, Oswaldo Oliveros Galindo, María Andrea Orjuela Restrepo, Alicia Mastretta-Yanes y Francisca Acevedo