Los nopales se encuentran desde el norte hasta el centro del país y alcanzan su mayor complejidad y riqueza en el Altiplano central. Cada nopalera constituye, en una escala regional, un universo de especies vegetales y animales que sólo se hallan bajo esas condiciones particulares. Los factores naturales, así como el uso que se da a las nopaleras silvestres determinan el número de especies de nopal y su abundancia. Existen nopaleras compuestas por una sola especie y otras que llegan a tener hasta diez.
Debe su nombre a un pueblo antiguo de Grecia llamado Opus u Opuncia, de la región de Leócrida, Beocia, donde se dice que crecía una planta similar a las cactáceas.
Los nopales son el género de mayor distribución de la familia de las cactáceas y fueron nombrados por Linneo en 1753 como Cactus opuntia. Posteriormente, Miller corrigió y Opuntia ficus-indica fue designada como especie tipo del género, del cual hoy se reconocen cerca de 220 especies y en México existen entre 60 y 90. La complejidad en su nomenclatura es reflejo de su diversidad morfológica.
El nopal es uno de los recursos de mayor importancia económica de la flora mexicana. Actualmente, por sus varias propiedades nutritivas, químicas, industriales, ecológicas, medicinales y simbólicas, entre otras, el nopal es uno de los recursos vegetales más importantes para los habitantes de las zonas áridas y semiáridas de México.
Las tres estructuras principales de los nopales para el consumo humano son: el cladodio, la tuna y el xoconostle. Los cladodios o mejor conocidos como pencas, son tallos de cutícula gruesa y cerosa que evita la evapotranspiración.
La tuna es el fruto turgente y dulce, tiene en su cavidad centenares de semillas y su desarrollo lleva de tres a seis semanas, su cáscara es delgada y su pulpa muy jugosa, es lo que se consume de este fruto. El xoconostle o tuna ácida, posee una cáscara gruesa y pulpa muy escasa.
Su maduración es lenta, puede durar seis meses, y el fruto permanecer en la planta largo tiempo. Las paredes de este fruto se utilizan en la alimentación humana.
Las características de los nopales se encuentran estrechamente relacionadas con el entorno de aridez en el que han evolucionado. Se les encuentra en todo el continente americano, desde el nivel del mar hasta altitudes cercanas a cuatro mil metros y dominan en comunidades vegetales que llamamos nopaleras silvestres.
En México, el género Opuntia tiene una amplia distribución. Las regiones con mayor riqueza de especies son el centro y norte del Altiplano, el noroeste, el Bajío, el Eje Neovolcánico y el valle de Tehuacán-Cuicatlán. En las regiones tropicales secas y los desiertos del norte hay menor riqueza pero suelen encontrarse especies endémicas de gran importancia.
Llevado a Europa por los españoles, la dispersión del nopal por el mundo tiene mucho de azarosa ya que los marineros acostumbraban llevar con ellos una buena dotación de tunas para evitar el escorbuto (enfermedad producida por el déficit de vitamina C). Posteriormente se llevaron variedades seleccionadas para establecer plantaciones con diversos fines como detener la desertización de los suelos o producir forraje. Hoy día, en muchas regiones semiáridas del mundo ya hay nopaleras silvestres naturalizadas y cultivadas. Incluso algunos países cuentan con plantaciones más grandes que las de México y con recursos genéticos que allí se han diversificado.
Las nopaleras son matorrales crasicaules (vegetación con predominancia de cactáceas) en donde destacan diferentes especies de nopal, varían en su estructura y composición en función de la humedad, la temperatura, el sustrato y el uso al que han sido sometidas; son comunidades biológicas con gran diversidad de microhábitats que proveen alimento y refugio a mamíferos, reptiles, anfibios, aves e insectos.
Los principales polinizadores de las flores de Opuntia son las abejas y los escarabajos, se sugiere su coevolución con al menos dos géneros de abejas (Lithurge y Diadasia). Los frutos están muy relacionados con la dispersión de semillas por animales.
Los nopales son nativos de varios ambientes, desde el nivel del mar hasta elevaciones de más de 4,700 m en las montañas; desde regiones tropicales de México donde las temperaturas están siempre arriba de 5° C a regiones de Canadá que tienen hasta -40° C en el invierno. Una característica clave de las nopales es su suculencia que se manifiesta de diversas formas: en un nivel morfológico por sus gruesos cladodios y en el nivel anatómico por sus diversas capas de células almacenadoras de agua.
En las zonas áridas y semiáridas de México diferentes factores limitan el crecimiento de las plantas, siendo el agua el principal factor limitante; sin embargo existen también otras características como son vientos fuertes, cambios bruscos de temperatura, deficiencia de nutrimentos en el suelo y la presencia de sales y sustancias tóxicas. La evolución de los nopales tuneros en este tipo de ambientes, ha conducido a que las diferentes especies del género Opuntia desarrollen características morfológicas, fisiológicas y bioquímicas que le permiten adaptarse a tales condiciones adversas. Una modificación importante, es la reducción de sus hojas y esto contribuye a evitar la pérdida de agua.
A diferencia de la mayoría de las plantas es en la noche cuando los nopales absorben el dióxido de carbono necesario para su metabolismo, evitando así la pérdida de agua; esto les ha permitido colonizar ambientes áridos. Sin embargo, su amplia distribución se debe sobre todo a la facilidad con la que se propagan, que puede ser por fragmentación –al caer una penca al suelo, sus areolas producen raíces y originan una nueva planta–, o bien por semilla –menos frecuente pero da lugar a plantas más vigorosas y genéticamente distintas.
Algunos autores revelan que debido a los cambios estacionales globales que están ocasionando cambios climáticos que afectan la adaptación y productividad de los ecosistemas naturales, el nopal puede ser cultivado ventajosamente en una gran parte de la superficie de la tierra, particularmente en regiones áridas y semiáridas o en aquellas que están a punto de convertirse en zonas secas, ya que es una de las pocas plantas con mecanismo fotosintético especializado que le permite ser tres veces más eficiente que cualquier pasto o leguminosa en convertir agua en materia seca. Además, sus relativamente bajos requerimientos de energía antropogénica facilitarán su incorporación en los modelos modernos de producción agrícola.
La cochinilla (Dactylopius coccus) conocido en la producción como grana cochinilla,es un insecto parásito cuyas hembras poseen importancia económica desde tiempos precolombinos como fuente de ácido carmínico, un colorante empleado en la industria farmacéutica, textil y alimenticia. Algunas especies de nopales se plantan para cultivar a este insecto. La reproducción de la cochinilla es rápida debido a que la hembra a los 36 días de edad, después de la fecundación comienza el desove poniendo aproximadamente 160 huevecillos. Los daños en las pencas y frutos se localizan en la base de las espinas, formando una escama algodonosa. En lo frutos demerita la calidad y puede inducir una caída prematura de éstos.
Otra de las principales plagas que afectan al nopal es el Picudo barrenador (Cactophagus spinolae). Se alimentan del borde de las pencas tiernas y las hembras depositan sus huevecillos en las partes bajas de la planta y en las pencas en los sitios bien protegidos. El daño por ésta plaga se detecta por la acumulación de secreciones gomosas, que toman inicialmente un color amarillento y después se tornan negras. Esta plaga provoca disminución en la producción y, en casos extremos, la muerte de la planta.
El nopal ocupa un lugar preponderante en nuestra cultura, tanto por su gran presencia en la vegetación como por la cantidad de usos que se le ha dado. Los antiguos pobladores recolectaban las pencas por la facilidad con que se propagan, y los frutos para comerlos frescos o conservarlos secos. De esta manera, con el tiempo favorecieron ciertos nopales en su entorno natural y como parte importante de su alimentación. Al desarrollarse la agricultura e incrementarse el cultivo de las milpas, la vegetación natural comenzó a ser removida de manera selectiva, preservando sólo aquellas plantas silvestres que proporcionaban algún beneficio. Así, se favorecieron las variantes agradables o de mayor interés y utilidad de acuerdo con los criterios culturales de cada pueblo.
Donde las verduras son escasas, los nopalitos son un alimento central; se sirven preparados con carne de venado o guajolote. Las flores son guisadas en regias salsas y los xoconostles se comen crudos o cocinados. Con las tunas se elaboran jugos y dulces varios, además de una bebida fermentada llamada colonche o vino de tuna. El uso que antiguamente se daba a las pencas como alimento para guajolotes se hizo extensivo al ganado traído por los españoles, generando la aparición de potreros en donde se fomenta el crecimiento de nopales a los que, cuando el alimento escasea, se les queman las espinas para emplearlos como forraje. Actualmente algunos productos tradicionales cuentan con una amplia comercialización y se desarrollan innovaciones para responder a mercados en expansión.
Algunos trabajos de investigación orientados a diversificar los usos de esta planta han revelado que de las partes vegetativas (cladodio, cáscara del fruto) y de la pulpa y semilla del fruto es factible obtener una gran diversidad de compuestos químicos (aceites comestibles, vitaminas, azúcares, pectinas, colorantes, etc.) que pueden ser utilizados para elaborar una gran diversidad de subproductos, como jugos, néctares, vinos, licores, miel tipo maple, alcohol industrial, vinagres, aromatizantes, aceites para el consumo humano, pasta, harina forrajera, entre otros.
A los nopales que han sido domesticados con mayor intensidad se les llama mansos. Las tendencias principales de selección en la domesticación tienen que ver con criterios de utilidad y gustos de los campesinos. Así para el consumo de nopalitos se buscan pencas jóvenes y delgadas, de poca baba, fibra y espina, y que se oxiden lentamente al ser cortadas.
En las tunas se seleccionan las grandes y dulces, con abundante y jugosa pulpa, semillas pequeñas y no numerosas, cáscara delgada sin espinas y pocos ahuates; el rojo predomina pero hay otros colores.
Iniciadas en la década de 1950, las plantaciones comerciales para nopalitos y tunas llegaron a cubrir 80 000 hectáreas, pero en los años ochenta sufrieron una drástica reducción debido a plagas, susceptibilidad por excesiva homogeneidad genética y mala elección de suelos, así como a factores climáticos externos. Hoy existen cerca de 56 000 hectáreas cultivadas, de las cuales 78% se dedican a la producción de tuna, cerca de 20% a la de nopalito y menos de 2% a la de xoconostle. La oferta y la demanda del nopal aumenta día a día. Tanto en el aprovechamiento de poblaciones silvestres como en los cultivos intensivos se requieren calendarios y prácticas de propagación, plantación, poda, fertilización, manejo de plagas y cosecha que optimicen la producción con métodos que no dañen al producto fresco y que garanticen la madurez adecuada del mismo.
Las nopaleras silvestres actualmente cubren cerca de un millón y medio de hectáreas, principalmente en el Altiplano y el Bajío. En ellas se recolectan nopalitos, tunas y xoconostles, tanto para autoconsumo como para venta en fresco o procesados.
En cuanto a las nopaleras silvestres aplica la Ley General de Vida Silvestre (DOF México, 3 de julio de 2000) y la Norma Oficial Mexicana de Protección a Especies Nativas de México de Flora y Fauna Silvestre (DOF, 2002). En la comercialización internacional las cactáceas son reguladas por la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES, 8 de julio de 2008). Respecto a los recursos fitogenéticos para la agricultura y la alimentación contamos con la Ley Federal de Producción, Certificación y Comercio de Semillas (DOF México, 15 de junio, 2007). En la comercialización el uso de signos distintivos está regulado en el ámbito internacional por los Acuerdos sobre Derechos de Propiedad Intelectual y Comercio en la Organización Mundial de Comercio y en México por la Ley de la Propiedad Industrial (DOF, México, 27 de junio de 1991).
Las variedades utilizadas para establecer plantaciones comerciales se han obtenido de huertos locales, y han sido caracterizadas y propagadas de acuerdo con su capacidad para crecer en las condiciones ambientales propias de cada zona. Estos recursos genéticos selectos pertenecen a especies mansas y de monte y han sido registradas como variedades vegetales por el Servicio Nacional de Inspección y Certificación de Semillas. Al efectuarse el registro se renuncia a la exclusividad sobre su uso a fin de que la variedad permanezca en el dominio público. Estas variedades comerciales suelen tener un crecimiento vigoroso y porte abierto que facilitan el trabajo en la nopalera. El dulzor de las tunas se mide en grados Brix que es un parámetro importante para su comercialización. También hay variación en su época de maduración: se concentra en verano y otoño, y suele avanzar de sur a norte. Esto permite regular mejor la oferta a lo largo de la temporada de producción. Hoy contamos con 50 variedades vegetales registradas y el trabajo de caracterización y registro continúa.
En los huertos o nopaleras de solar la producción obedece, en cantidad y variedad, al consumo familiar y a la venta en los mercados locales y regionales, haciendo del nopal y sus derivados un importante recurso para las poblaciones locales. El cultivo en plantaciones comenzó en la década de 1950 y hoy existen cerca de 60 000 hectáreas cultivadas, de las cuales 78% se dedican a la producción de tuna, cerca de 20% a la de nopalito y menos de 2% a la de xoconostle.
Para conservar y aprovechar de manera sustentable las nopaleras silvestres y de solar es necesario reconocer las técnicas y los conocimientos tradicionales que existen alrededor de este recurso. La riqueza de especies y variantes en huertos y solares suele ser similar e incluso mayor que aquella de las nopaleras silvestres. En ciertas zonas se conservan especies que ya no se encuentran en estado silvestre. En los huertos y solares se aprovecha un patrimonio fundamental para el desarrollo de nuevas variantes, por lo que su conservación es de gran importancia para el futuro de los nopales y sus derivados en nuestro país. Estas formas de producción que implican una labor constante y cuidadosa deben ser bien remuneradas para que se contribuya a combatir la pobreza en las regiones productoras.
En las últimas décadas el sobrepastoreo y el desmonte para siembra o expansión urbana han sido causa de la disminución de la superficie de las nopaleras y en ciertas regiones han ocasionado la desaparición de algunas especies. Junto con comunidades, ejidos y pequeños propietarios es necesario llevar a cabo aprovechamientos que no pongan en riesgo su integridad, dar seguimiento a su conservación e impulsar programas de repoblación con nopales locales.