No hay registros de cuándo nací, pero debió ser cerca de 1570. Mi nombre se ha perdido en la historia, pero no
mi fama. Se me conoce simplemente como “la Señora de Tula”. Fui hija de un mercader
pochteca, y aunque
mi linaje no fue noble, llegué a ser conocida como la mujer más sabia de todo Texcoco y viví en un gran palacio, rodeada de majestad.
Mi sabiduría y conocimientos fueron apreciados por
Nezahualpilli (1464-1515), de quien fui amante. Él era uno de los hijos de
Nezahualcoyotl, y gobernó Texcoco después de la muerte de su padre en 1472.
Mi fama como poeta y mis conocimientos en ciencia me acercaron a la corte, donde competí con
Nezahualpilli y sus sabios en erudición. Pasé mucho tiempo en el consejo de la ciencia y la música, que era una de las alas del enorme palacio construí
do por
Nezahualcoyotl en Texcoco. Allí compuse
mi obra poética, que desafortunadamente se perdió. Allí también estudié, además de las artes y la literatura, la cuenta del tiempo, las divisiones del cielo, los cuerpos celestes y sus movimientos, las propiedades de las plantas, la medicina, las piedras, y la vida de los animales, así como la medición de los suelos y su clasificación, es decir, el conocimiento que los toltecas transmitieron en sus libros de pinturas y que existía en el gran
Amoxcalco o casa de los libros de Texcoco.
El
Amoxcalco era el archivo real de Texcoco. Era un gran aposento en el lado oriente del palacio de
Nezahualcoyotl, cerca del
cuicacalli o ‘casa de la música’, en el que se resguardaban los
amoxtli o “libros de pinturas” en los que estaba contenido el conocimiento calendárico, histórico, ritual y natural de los texcocanos.
Hoy el conocimiento que resguardaba el
Amoxcalco y del cual fui erudita, aunque en parte perdido, se ha transmitido en los códices que aún se conservan de la magnífica escuela de
tlacuilos de Texcoco, y en los conocimientos que los frailes cristianos tomaron de los y las sabias indígenas.