¡Soy un orgulloso mexicano nacido en Villa de Cocupao, hoy Quiroga, el 6 de diciembre de 1859 en el bello estado de Michoacán! que en náhuatl significa "tierra de pescadores". Mi padre se llamó Sixto León y mi madre Teresa Calderón. Fui el tercero de cinco hijos, una mujer y cuatro hombres. Desde niño fui siempre muy observador de la naturaleza particularmente de la flora, pero también de las culturas que vivían en mi estado.

Estudié en la ciudad de Pátzcuaro y después en Morelia en la Escuela de Medicina, de donde me gradué en 1883. Un año después, cuando cumplí 24 años, me casé con Carolina Martina Diega Oviedo Montenegro nacida en Morelia y tuvimos cinco hijos. Trabajé en el Hospital Civil de Morelia y di clases de Patología en mi alma mater.

Así, enamorado de mí país, sus culturas y sus distintas plantas además de ejercer mi profesión como médico practiqué la arqueología y la antropología. Fui maestro, historiador, botánico y etnólogo, que es la ciencia que se dedica al estudio de las distintas culturas. Cuentan por ahí que la Universidad de Princeton en Estados Unidos se interesó al conocer mi capacidad intelectual.

Producto de mis excursiones por los caminos y veredas de Michoacán, en el año de 1886 fui nombrado director del Museo Michoacano exhibiendo pequeñas colecciones de arqueología, plantas y animales. Actualmente en este museo se puede conocer el escenario ecológico del estado como su clima, tipo de suelo, flora y fauna, los aspectos más importantes de su historia, desde la época prehispánica hasta la modernidad.

Conocí al antropólogo checo-estadounidense Ales Hrdlicka (1869-1943) cuando vino a México con la expedición científica Hyde. Este afamado investigador se convirtió en mi maestro y guía y sostuve con él duradera relación por correspondencia. Él formuló que todas las razas humanas tenían un origen común y también la teoría de la población del continente americano a través del Estrecho de Bering. También mantuve correspondencia con el historiador mexicano Francisco del Paso y Troncoso (1842-1916), con la arqueóloga y antropóloga californiana Zelia Nuttall (1857-1933), con el abogado e historiador michoacano Francisco Elguero (1856-1932), con el religioso y con el literato yucateco Crescencio Carrillo y Ancona (1837-1897).

Escribí sobre muchos temas y dejé más de 400 estudios impresos sobre antropología, etnografía, etnología, medicina, botánica, historia, arqueología y lingüistica y algunas traducciones. Propuse la clasificación de las lenguas vivas y muertas de México. “La Biblioteca botánico-mexicana: Catálogo bibliográfico, biográfico y crítico de actores y escritos referentes a vegetales de México y sus aplicaciones desde la Conquista (1895)”, es una de mis grandes obras ya que es un compendio de las publicaciones de distintos científicos, que desde el siglo XVI hasta XIX, escribieron sobre temas relacionados principalmente a la farmacología vegetal.

Después de vivir una temporada en Oaxaca, reorganicé el Museo Oaxaqueño. Por el año de 1900 me incorporé como Ayudante Naturalista al Museo Nacional de México, que hoy es el majestuoso Museo Nacional de las Culturas del Mundo. Después fui Ayudante de Antropología y de Etnología y más tarde Profesor de Etnología del Museo

Durante una visita que hacía a la ciudad de Oaxaca, me dio una fuerte pulmonía y ya no me recuperé falleciéndo el 23 de enero de 1929 a los 69 años.